El día a día

El agua ya no nos enferma

05 / 01 / 2018

El agua ya no nos enferma

Por Isaac Bokea

 

Desde que comencé a recoger en mi casa a niños que se habían quedado huérfanos, una de las mayores preocupaciones a las que me enfrenté fue la de poder abastecer a mi familia con agua potable. Seguro que tú no tienes ese problema. Abres el grifo y sale agua limpia. No tienes que salir de tu casa para ir a buscarla. Sin embargo, aquí donde vivo, en Kenia, el acceso al agua potable a menudo puede ser mucho más complicado.

 

Hasta hace poco, teníamos que desplazarnos hasta un arroyo cercano en el que el agua no está demasiado limpia. Cuando uno bebe agua contaminada es muy probable que acabe cayendo enfermo y sufra enfermedades tan graves como la diarrea, el cólera o el tifus. Estas, además, impiden que lleves una vida normal, que puedas estudiar, que puedas jugar e incluso alimentarte correctamente. En el caso de los adultos, la enfermedad te impide trabajar y la ausencia de trabajo te conduce a endeudarte, con lo que se afianza la pobreza. Y en situaciones extremas pueden provocar hasta la muerte.

 

 

Gracias a Dios, ese trágico destino no fue el que le tocó a una de nuestras niñas. Un día se puso muy enferma del estómago por beber agua del arroyo y tuvimos que llevarla a hospital. Pero con la ayuda generosa de mi hermano Iván, pudimos pagar su estancia allí y costear los medicamentos que precisaba para volver a ponerse bien. Pero el problema no se acababa ahí. Lo que necesitábamos era un tanque que almacenara el agua de lluvia, con el que pudiéramos beber sin temor a enfermar.

 

 

Con el apoyo de Iván pudimos comprarlo. Ese tanque de agua ha mejorado mucho nuestra vida. Ahora no solo bebemos sin preocupación. También podemos lavarnos las manos, un hábito esencial para prevenir la disentería. En la época de lluvias, en la que el tanque está rebosante, podemos utilizarla para asearnos con mayor frecuencia. Algo tan sencillo como esto representa un gran avance en nuestro esfuerzo por salir de la pobreza. Puede incluso marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

 

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